Todo el oro del mundo.

TODOS LOS QUE QUEREMOS ESTAR VIVOS QUEREMOS ESTAR SANOS. La entrevista diagnóstica es el instrumento más importante que existe en psicoterapia para fabricar salud.

 

De ella se extraen tres vértices clave en el trabajo de crecimiento y desarrollo de la personalidad: la verdad de la persona, la oportunidad del vínculo terapéutico y la generación de una autoconsciencia de la suficiente calidad como para que el individuo se dé cuenta de aspectos de sí mismo y de su historia que le ayuden a poder manejarse. Ese es precisamente el núcleo de esta obra: el diálogo como generador de consciencia sobre nosotras mismas y sobre la posibilidad de encontrar oro en la narrativa que todas construimos sobre nuestra subjetividad.

 

Al realizar esta serie de fotografías primero, y luego al procesarlas e intervenirlas con pan de oro de 22 quilates y pepitas de oro extraídas de ríos artesanalmente, puedo generar una imagen única sobre la manera en la que cada persona se nos presenta sin artificios: posando sin posar y buscando un modo natural de mostrarse ante la cámara y en la conversación conmigo.

 

Los materiales y los artefactos también son importantes aquí. El oro es un elemento perfecto para expresar esta tensión matérica junto a las formas básicas que expone la Bauhaus: el círculo, el cuadrado y el triángulo. Nacen también de la cultura alemana el tipo de terapia que llevo practicando toda mi vida profesional y las propuestas estéticas de las que puedo apropiarme de manera más fidedigna. Este proceso es muy fiel a la misma experiencia artefactual que se desarrolla en cualquier sesión de terapia. Yo estoy frente a una persona que despliega lo que cree que ha sido y es en ese momento, o simplemente cómo se siente, y el resultado de ese encuentro genera materiales nuevos que no se habían mostrado antes, fruto de la mera exposición a la relación. Nosotros nos enfermamos a través de la manera en que nos hablamos a nosotras mismas y nos curamos a través del diálogo con los demás. Esta obra imprime parte de esa curación estética.

 

No es de extrañar que, ante este experimento, algunas personas se hayan conmovido. Es emocionante poder tomar un tiempo para mostrarnos tal y como estamos en ese momento sin más artilugio que la palabra, una cantidad extra de luz y un setting básico de trabajo.

 

La tecnología básica de la salud mental es el verbo. A través de las conversaciones y la palabra curamos lo que nos pasa, escuchándonos a nosotras mismas y también escuchando a los demás. En muchas ocasiones, a través de la psicoterapia, he sido testigo de estas epifanías en las que poner en palabras batía el suelo y hacia emerger una clave existencial fundamental: el darse cuenta que es el oro. El ORO del verbo es la autenticidad, la verdad en la palabra. 

 

Por otra parte, la personalidad es un tipo de energía: a más personalidad, más energía, y a menos personalidad, menos energía. En menor energía de personalidad tenemos la espontaneidad, la manera genuina en que uno se muestra, que sería lo contrario de la personalidad máxima o rígida. Entre la personalidad y la espontaneidad están los temperamentos. Los temperamentos son como los fotones que desprende un electrón situado en un átomo en una posición de alta energía. Lo único que cambia en nosotros son los temperamentos: la estructura de la personalidad es siempre la misma y la elasticidad de la espontaneidad es siempre la misma. Son dos constantes que manifiestan cierto nivel de excitación y vibración a través de los temperamentos. Los temperamentos son la música de los instrumentos de la personalidad y los acordes de la espontaneidad.

 

Yo elaboro estos temperamentos, estos seis rasgos que pueden servir para ver en un diálogo qué toma más peso en la conversación o cómo la percibo yo. Y luego bajo estos seis rasgos a tres experiencias estéticas básicas y a tres capacidades generales: el círculo para la capacidad de sentir/abandonarse, el cuadrado para la capacidad de ordenar/contener y el triángulo para la capacidad de ascender/inspirar. Cada una de las quince personas que participan en esta obra me inspiran una de estas formas: círculo, cuadrado o triángulo. Cada pieza visual está intervenida con oro y con estas geometrías básicas.

 

Todo el ORO que alberga la Tierra es prestado, proviene de regiones del Universo como Reticullum II. No somos capaces de fabricarlo por nosotros mismos: necesitaríamos tanta energía como en la colisiones de estrellas de neutrones. Los humanos solo podemos encontrar una parte de ese ORO que quedó depositado en la Tierra, del mismo modo que solo a través del diálogo de batir lo que nos pasa en cada momento podemos obtener algunas piezas valiosas que nos sirvan para entendernos a nosotras mismas, lo que en Gestalt se llamó awareness y en los cognitivistas se rotula como la muerte de las creencias distorsionadas. El ORO es una metáfora sobre estos procesos y también un símbolo sobre lo que de verdad nos importa y sobre el testimonio físico de nuestros miedos, nuestras batallas y nuestros tesoros íntimos.

 

La dimensión estética que tiene más sentido para mí incluye imágenes procesadas con las tecnologías que no tuve a mano en la primera mitad de mi vida, pero que reconozco como propias: las imágenes sin procesar con editores de imagen, el cassette, la polaroid, el vhs, el barro, el algodón y las metalizaciones brillantes del oro junto a la tensión de las aberraciones de los procesadores y sus softwares. He querido introducir toda esa experiencia como material en mis ejercicios artísticos. Y explorar el contenido del arte medial con la delicadeza de que escoger algunos elementos restaba verdad al conjunto. Dado que para encontrar apenas unos gramos de oro debemos batir varios cientos de toneladas de barro y agua, también el resultado de este trabajo es un juego sobre la búsqueda del contenido más importante para cada uno. De ahí que no todas las imágenes estén visibles, que los vídeos no allanen el camino y que los titulares no puedan entenderse sin los audios contenidos en los cassettes. Esto nos hace requerir de un tiempo para buscar las respuestas. Se trata de encontrar los tesoros, de batir el suelo bajo nuestros pies si queremos obtener algo más profundo que unos cuantos eslóganes visuales.

 

TODO EL ORO DEL MUNDO SE ENCUENTRA EN ALGÚN LUGAR.

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